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El concierto que el sol no se quiso perder

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The Pretenders 900x

Chrissie Hynde ya es una leyenda del rock. Por lo que demostró ante los 37.000 entusiastas que llenaban la Playa de Zurriola frente al Escenario Verde, aún le queda cuerda para rato. Cuando coge la guitarra, se convierte en un icono. La gente disfrutó con los temas de siempre de The Pretenders y apreció también los del nuevo disco, Alone. El sol, que había estado esquivo todo el día, regaló a los congregados un ocaso impresionante. A ver dónde, que no sea el Heineken Jazzaldia, se puede tararear Don’t Get Me Wrong mientras una bola naranja se pone tras el horizonte. Ah, y con entrada gratis.

Pero el sol, en realidad, había aparecido un poco antes entre las nubes: quería ver a Houston Person, que estaba tocando en el Espacio Coca-Cola. Houston Person, 83 años dedicados a tocar el saxofón, es uno de los últimos de la generación dorada del jazz. Es difícil explicar qué les hace diferentes a estos veteranos, pero su saxo suena especial. A lo mejor es simplemente la veteranía que da haber grabado 75 discos, en el caso de Person.

La misma edad tiene Wayne Shorter. Y también él tiene eso indefinible que pone los pelos de punta. Con el tenor, sí, pero especialmente con el soprano. Figura indiscutible del jazz de los últimos 50 años, Shorter se rodeó para su concierto en el Auditorio Kursaal de un trío de jóvenes sobrados de talento: Danilo Pérez, John Patitucci y Brian Blade. Otro concierto que engrandece a un festival de jazz.

Ese mestizaje festivo y musical que es el Jazz Band Ball proseguía mientras tanto en las Terrazas del Kursaal. Gabacho Maroc práctica una efectiva mezcla de jazz y sonidos marroquíes que conecta inmediatamente con el público. Ray Gelato también conecta inmediatamente porque tiene una fórmula infalible: el swing. El swing introduce el temblequeo en el cuerpo, a condición, claro, de que esté bien hecho. Y por algo a Gelato le llaman el rey del swing.

Otros que conectaron fueron Rajab Suleiman & Kithara. Desde la lejana Zanzíbar trajeron la sensualidad de la música árabe mezclada con la contundencia de los ritmos africanos. El público de la Terraza Heineken se llevó la alegre sorpresa que produce conocer lo que hasta entonces era desconocido.

Uri Caine es otra cosa. El suyo es un jazz más intelectual, más pensado, más trabajado. Pues será una propuesta más difícil, pero interesa a muchos. La prueba es que, aunque ya estaba avanzada la noche, ante el Espacio Frigo había 2.500 personas siguiendo atentamente a su trío, completado con escuderos de lujo como Clarence Penn y Mark Helias.

El Jazz Band Ball se completó con el fogoso concierto en el Escenario Verde de Sir The Baptist. Sir The Baptist es un predicador, no lo oculta. Predica con el soul, con el rap, y, sobre todo, con una entrega absoluta. El público lo agradece.

El jazz había comenzado mucho antes en San Sebastián, por la mañana. Deborah Carter, una portentosa vocalista respaldada por un eficaz quinteto, rememoró la obra de Ella Fitzgerald, cuando se cumplen los 100 años del nacimiento de la que fue Gran Dama del Jazz.