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Superlativa calidad artística y muy entusiasta respuesta del público definen el resultado del 53 Heineken Jazzaldia

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AÑO QUE VIENE

Ha habido tantos triunfadores artísticos en este 53 Heineken Jazzaldia que resulta muy difícil destacar a unos sobre otros. El nivel musical ha sido muy alto, de los que más en las últimas ediciones del Festival, y la respuesta del público ha sido ejemplar, lo cual no es excepcional, sino lo habitual en este certamen.

El número de espectadores, sumando los conciertos de pago y los gratuitos (dos tercios del total), ha ascendido a 171.500 (153.000 en los gratuitos y casi 18.500 en los de pago).

Algunas actuaciones perdurarán mucho tiempo en la memoria de los espectadores. Especialmente la extraordinaria velada del 27 de julio en la Plaza de la Trinidad. Una primera parte con un trío de maestros absolutamente compenetrados y en un momento de auge creativo: Dave Holland, Zakir Hussain y Chris Potter. En la segunda, una recién llegada que llegará hasta donde quiera, porque no tiene límites ni en su técnica, ni en su sensibilidad, ni en su simpatía escénica: la cantante Cécile McLorin Salvant. Arrancó unas cerradas ovaciones al público que abarrotaba la plaza.

No le fue a la zaga la jornada del 29, que fue un broche de oro para el Festival. En el Kursaal, por la tarde Gregory Porter cantando el repertorio de Nat “King” Cole, con el respaldo de una monumental orquesta de cincuenta de los más brillantes músicos del País Vasco dirigidos por Arkaitz Mendoza. Pocos o nadie pueden recrear mejor que Porter al inigualable Cole gracias a su capacidad para emocionar, ya demostrada antes en el Festival. Y por la noche Yann Tiersen, en una velada íntima de piano solo. En la Trinidad, Chick Corea en trío acústico con John Patitucci y Dave Weckl, que son los músicos con los que mejor se compenetra, y Curtis Stigers, uno de los grandes vocalistas del momento, de esos que se meten al público en el bolsillo desde que cantan la primera nota.

El programa del Auditorio del Kursaal era un éxito seguro gracias a su repóker de ases: la familia Veloso reunida en torno al patriarca Caetano; Brad Mehldau, que sigue sorprendiendo incluso a sus muchos incondicionales, ni él mismo sabe dónde están sus límites creativos; Kenny Barron, qué elegancia la de este pianista; el mencionado Gregory Porter; y Yann Tiersen, en una velada íntima de piano solo.

La vocalista Mary Stallings recibió con humildad su Premio Donostiako Jazzaldia. Dijo que no se considera una gran cantante, pero sí una contadora de historias desde el corazón. Sin embargo, es más importante en la historia del jazz de lo que ella misma cree. Cécile McLorin Salvant se confesó admiradora suya y por eso le invitó a compartir un blues en el escenario de la Trini. Previamente, Stallings había ofrecido un concierto cálido, sin alardes, en el Teatro Victoria Eugenia. Y sí, cantaba desde el corazón.

El otro galardonado con el Premio Donostiako Jazzaldia fue Michel Portal, que dio dos conciertos: uno en trío junto con Vincent Peirani y Émile Parisien y otro como invitado del proyecto de Parisien titulado Sfumato. Portal, natural de Baiona, es el decano de los músicos vascos de jazz y una figura muy influyente en el jazz francés y europeo, pues fue uno de los pioneros que introdujo el jazz free en Europa.

Muy emocionante fue el homenaje que Iñaki Salvador y sus cinco acompañantes tributaron a Mikel Laboa al cumplirse el décimo aniversario de la muerte del añorado cantautor vasco, figura imprescindible de la cultura vasca contemporánea. El Teatro Victoria Eugenia fue también el escenario de dos evocadoras fusiones entre la música occidental y la de Oriente Medio, gracias a Rabih Abou-Khalil y su oud (laúd) y a Naïssam Jalal y su nay (flauta árabe).

El Escenario Verde volvió a ser la sede de los conciertos más festivos y multitudinarios. Porque fiesta fue la que montó el panameño Rubén Blades, uno de los músicos que hizo popular la salsa a nivel mundial, en la playa, donde los sudamericanos, emocionados por tener a su ídolo tan cerca, bailaban junto a los europeos. Too Many Zooz mostró lo que es la música urbana más contemporánea, impaciente y provocativa. Izaro es la nueva estrella de la canción vasca, que cautiva por su sencillez. Gary Clark Jr. es un monstruo del blues. Morgan es el grupo español revelación del último año. Mikel Erentxun es un precursor del pop-rock español. Y Anna Calvi es inclasificable porque ella no quiere ser clasificada.

El Museo San Telmo acogió cada día una conferencia a cargo de Patri Goialde, profesor de Historia del Jazz en Musikene, que explicó con rigor y amenidad las figuras de Duke Ellington, Billie Holiday, Charlie Parker y Charles Mingus, seguida por un concierto. Las actuaciones corrieron a cargo de instrumentistas tan destacados como Conrad Herwig, Carlos Martín, Chris Kase y Andrzej Olejniczak.

Las Terrazas del Kursaal, el Nauticool y el Espacio Skoda de Alderdi-Eder cumplieron con creces su objetivo: muchos conciertos variados y mucho trasiego de gente, en un ambiente cívico que hace inigualable a este Festival. A destacar, en Alderdi Eder, la aparición del Trojan Sound System con Dennis Alcapone y Dawn Penn, para conmemorar el 50º aniversario de la casa discográfica de reggae Trojan.

En definitiva, un Festival redondo. Y ya hay fecha para el siguiente: del 24 al 28 de julio de 2019.