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Jazzeando bajo la lluvia

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A las 8 de la tarde una gran tormenta descargó sobre San Sebastián. A las 9 paró, y así el concierto de la Plaza de la Trinidad pudo empezar en punto, como lo hace siempre, justo cuando suenan las campanas del reloj de la basílica de Santa María. La plaza estaba llena, con el público resguardado mediante los chubasqueros repartidos por la organización.

Al final, todos se alegraron de haber estado allí. Porque el concierto que ofrecieron Donny McCaslin Quintet, en primera parte, y Maria Schneider & Ensemble Denada, fue uno de los más impresionantes de la historia reciente del Festival. McCaslin, arrollador y bien arropado por sus contundentes músicos, es ya uno de los valores más seguros del jazz contemporáneo. La banda noruega Ensemble Denada es un prodigio de conjunción grupal y de brillantez de sus solistas; si al frente, dirigiendo, componiendo y arreglando, se sitúa Maria Schneider, eso ya es el acabose.

En el Auditorio Kursaal, Joe Jackson empezó el concierto muy arriba. Sin miedo, como un buen trapecista. Muchos en el público se preguntaron cómo iba a mantener esa intensidad. Pregunta innecesaria. Cuarenta años de carrera y veintiún discos no se hacen así como así. Si has inventado la new wave, si has transitado por el reggae, el jump y el rhythm’n’blues para regresar a la furia original, vamos, si eres Joe Jackson, aguantas arriba lo que haga falta.

Goshu ondo es un tipo de baile tradicional japonés. Sobre su ritmo, la delicada pianista Eri Yamamoto ha construido una bonita pieza musical para trío de jazz y coro. El trío es el suyo, con el que está perfectamente compenetrado. El conjunto vocal es de aquí, es el veterano Coro Easo, muy respetado y aplaudido tanto en casa como en el extranjero. Bajo la dirección de Gorka Miranda, el coro se entendió perfectamente con Eri Yamamoto, que además de buena instrumentista demostró una gran simpatía. Fue un espectáculo agradable y emocionante para el público que llenó el Teatro Victoria Eugenia.

Zahara empezó su carrera como cantautora de guitarra suave y voz subyugante. Ahora estamos en la época de la Zahara rockera, que comanda una banda muy eficaz como vehículo de sus nuevas composiciones. La Zahara intimista enamoraba al oyente, la Zahara rockera le cautiva. Sus numerosos seguidores la jalearon en el Escenario Verde.

Después subió al Verde el grupo barcelonés Dorian, convertido en una de las bandas de referencia de la escena músical española y desarrollando además una exitosa carrera internacional, moviéndose entre la new wave y la electrónica. Su espectáculo es potente desde el punto de vista musical y estético y el público congregado en la playa quedó más que satisfecho.

Una jornada redonda que, sin la lluvia, habría sido apoteósica. Algunos conciertos de las terrazas del Kursaal tuvieron que ser suspendidos, pero la parte principal del programa transcurrió con normalidad y tanto la Trinidad como el Verde funcionaron; además, claro está, de los espacios cerrados como el Victoria Eugenia, el Kursaal y San Telmo, donde, por cierto, Paul San Martín y Lluís Coloma protagonizaron un intenso dúo de pianos.